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    Fantasmas Del Ático

    viernes, 30 de diciembre de 2011

    Miss

    Soy
    Miss Todo, Miss Nada.
    Miss Locura, Miss Cordura.
    Miss Grito, Miss Cristal.
    Miss Siempre, Miss Nunca.

    Soy un conjunto de ideas difusas cuando no estás. Una estampida de emociones perdidas en la inmensidad del mar cuando te tengo delante. Soy una muñeca infantil de sonrisa inocente cuando me abrazas. Soy un trocito de hielo a punto de romperse y derretirse cuando tus labios están cerca de mí.

    Me tocas y apenas puedo hacer un movimiento. El cuerpo se paraliza, enferma, agoniza. Tus manos rompen la poca calma que pueda quedar. Mi corazón estalla y mi sangre se escapa de mi cuerpo suplicando que el tuyo la acune en su compás cardiaco dejando fluir mis sentimientos para que mis palabras se graben con fuego en algún rincón sin estrenar.
     


    Princess_of_Hell

    jueves, 29 de diciembre de 2011

    Me Sorprendes Con Tus Contestaciones.

    ELLA: ¿Pues explicarme qué narices te pasa? ¿Por qué tienes que decirle que intente liarse conmigo por el simple hecho de que estaba abrazada a él? ¿Qué te pasa? ¿Y es que precisamente tú que eres el que más me conoce de todos?
    EL: Yo simplemente veía que estabas muy a su lado, y le dije que lo intentara.
    ELLA: Creo que más o menos puedes saber cómo soy, como para saber que no tendría nada con él.
    EL: Ya. Por eso se lo dije ahí. Porque estando taan borracha como estabas no parecía que te importara.
    ELLA: El único motivo por el que estuve abrazada a él es porque si no me caía al suelo.
    EL: ¿Y te enfadas por esa tontería? Vaya tela.
    ELLA: Para mí no es una tontería.
    EL: Mira, siempre que se sale por la noche y se bebe, se terminan haciendo cosas de esas así que estas haciendo una montaña de un grano de arena.
    ELLA: Que eso lo hagan muchas personas no significa que tenga que hacerlo todo el mundo.
    EL: Puede que la tú normal no lo haga, pero la tú borracha sí.

    [……….]

    ELLA: De todas formas es que es muy sencillo. Si sabes cómo es mi yo normal, y sabes que se arrepentiría de ciertas cosas, y tú me tuvieses un mínimo de aprecio… entonces lo que harías sería intentar evitar que cometiese algún fallo de ese tipo, no al contrario.
    EL: Coño pareces una puritana. Tampoco hubiese pasado nada.
    ELLA: ¿Qué más da cómo sea? Si sabes cómo puedo ser, lo que haces es ayudarme sin juzgarme.



    Desde luego te sumas a la lista de personas que hacen verdadera la frase de:

    "Con el tiempo, todo el mundo te acaba decepcionando"

    Princess_of_Hell

    miércoles, 28 de diciembre de 2011

    Te...


    Respiro. Sonrío. Te miro. Te observo. Me encantas. Lo sabes. Lo sé.
    Respiro. Sonrío. Te beso. Te devoro. Me encantas. Lo sabes. Lo sé.
    Respiro. Sonrío. Te deseo. Te quiero. Te adoro. Me encantas. Lo sabes. Lo sé.
    Te quiero comer la boca, te quiero acariciar, te quiero devorar, te quiero abrazar, te quiero hacer mío…. Todos son “Te Quiero” mientras que tenga que ver contigo. Porque me encantas… y lo sabes… y yo también lo sé. Pero… shhhh… será nuestro secreto compartido con las sabanas de esta habitación.

    Princess_of_Hell

    martes, 20 de diciembre de 2011

    Los Imposibles también Existen


    Un pentagrama detrás de otro se paseaba frente a ella dibujando las notas de “Those Night” mientras unos recuerdos con sabor a pasado, en blanco y negro, transcurrían como viejas diapositivas caducadas. Había decidido no perder ni un solo segundo más de su eternidad pensando en cosas sin futuro.
    Como siempre, había una pega en contra de su implacable determinación. Temía perder el control. Llevaba demasiado tiempo sin salir, sin sentir su droga favorita bailar junto a su lengua.
    Un portazo puso fin a su burbuja de notas e inseguridades. Enfada, descubrió que algún inconsciente se había colado en su casa. Perfecto. Ya tendría cena aquella noche. Desde luego, los humanos debían de haberse vuelto más imbéciles de lo que recordaba, porque quien fuese el que estaba en su casa, no dejaba de hacer ruido. Estaba… ¿en su habitación? ¿Qué narices hacía en su habitación? Descubrió a un chico de unos veinte años, con varios vestidos en la mano.
    -          ¿Se puede saber qué haces? – gruñó.
    La miró sobresaltado y divertido. ¿De qué color tenía los ojos?  ¿Verdes? ¿Marrones? ¿Amarillos?
    -          Elegirte un vestido bonito.
    -          ¡¿Cómo?!
    -          ¿No ibas a salir? Pues eso. Como te noto indecisa te ayudo.
    -          ¿Es que acaso piensas rajarte la muñeca tú solo para ahorrarme el esfuerzo?
    El chico cambió su expresión de inmediato, pero no por el motivo que ella pensaba.
    -          Oye, no me insultes.
    -          Y no lo he hecho. Solo te estoy ofreciendo ser una cena fácil.
    -          De acuerdo, no tengo más de 200 años, pero de ahí a que me compares o me confundas con un estúpido humano… - frunció el ceño, decidió que lo que iba a decir no era importante y de nuevo, distraído, volvió a mirar los vestidos. Cogió uno negro y ajustado y se lo lanzó – Toma. Ponte este. Estás tan pálida que pareces una princesa zombie.
    -          No quiero tu ayuda – dijo con desprecio.
    Ambos sabían que no se refería solo a los vestidos, sino que el significado de aquella sencilla frase era mucho más complejo.
    -          No puedes salvarte tú sola siempre, y lo sabes. Has perdido tu sonrisa por malgastarla en aquello que no te proporcionaba nada interesante.
    -          ¿Y?
    -          Y yo te ayudaré a recuperarla.
    Ella miró al techo con desesperación. Tenía a un extraño en su habitación hurgando en su armario, que para colmo, no podía ser otra cosa que un vampiro con ganas de hacerse el héroe. Algo plateado llamó su atención. No le sorprendió que tuviese instintos suicidas, pero sí la antigua daga. ¿De dónde la había sacado?
    -          Pongamos un poco de color a tus mejillas.
    Sonriente, y como si fuese un paseo por un parque vacío de madrugada, dibujo una línea corta, pero profunda, a lo largo de su muñeca. La sangre en seguida comenzó a teñirlo todo de ese rojo escarlata que la volvía loca. Pese a todo, era sangre de que, ¿de vampiro? Ni siquiera se movió del sitio. Aquello no era lo que quería.
    -          Toda suya, milady.
    Abrí los ojos sorprendida y asustada. Aquello no estaba en los planes. Se salía de cualquier cosa predecible. No podía haber dicho eso, ¿verdad? Los colmillos se empezaron a alargar sin que pudiese evitarlo, sus ojos se volvieron verdes y antes de saltar encima de él y apresarlo entre el armario y su cuerpo le dijo:
    -          Eres un inconsciente.
    No quería hacer aquello, pero aquel niñato le había ofrecido su sangre, la cual, por lo tanto, se convertía en su único objetivo. En su opinión, era la mejor forma de derrotar a un vampiro. Era la mejor forma de conseguir que perdiese el control. Según ella se sentía más fuerte, notaba como él se sentía más débil. Los recuerdos de sus últimos días se escapaban como ideas desordenadas. Comprendió entonces que llevaba varios meses observándola, que sabía qué era aquello que temía, que era aquello que se proponía, y también fue consciente de que se había propuesto ayudarla quisiese o no. Y que aquella actitud suicida sería solo el principio.
    Cuando todo terminó, acabaron los dos tumbados en la cama sin poder moverse. Aún así, los dos sonrieron. Sabía que era el principio de algo. No sabía de qué, pero la daba igual.
    -          Gracias.
    Se miraron a los ojos. Saguía sin poder determinar el color de sus ojos, lo cual la fastidiaba y la encantaba a la vez. Él se levanto de un salto, la tendió la mano y dijo:
    -          ¿Sabes? Los imposibles también existen.

    Princess_of_Hell

    domingo, 18 de diciembre de 2011

    ¿Qué crees que soy?

    -          ¿Qué crees que soy?
    -          Eres una soñadora sin remedio, eres con un cigarro a medio fumar que no sabes si lo correcto es tirarlo o reciclarlo. Eres como un globo sin atar, como un día sin sol, como un dibujo sin pintar. Estás sin terminar. No sabes si estas hecha en blanco y negro o a color, si desprendes alegría o dolor. Eres una cara con una sonrisa distorsionada, un lápiz blanco que no pinta nada, un cuento sin final, una idea que sin que te des cuenta echa a volar. Eres una fantasía sin sentido, sin rumbo, sin objetivo definido. Eres un corazón de cristal, una muñeca delicada y especial. Eres una mirada llena de esperanza, una indecisión constante sentada en una terraza.
    -          ¿Y cómo consigues aguantarme sin mirarme mal, sin retirarme la palabra, sin odiarme cada día un poquito más?
    -          Porque no se trata de lo que crea que eres, sino de lo que eres para mí. Una princesa sin reino difícil de olvidar, que conquistó mi corazón con una sonrisa infantil, que hace que cierre los ojos y solo piense en ti.

    Princess_of_Hell

    viernes, 16 de diciembre de 2011

    Sin Sur

    Una idea. No, dos. No, una. Mierda, se me ha olvidado. A ver, una lista y un boli. No tengo boli. Siempre que quiero uno resulta que no escribe ninguno. Bueno, en realidad los bolis no escriben, escribe nuestra mano. No. La mano tampoco. ¡Ah! Ya me acuerdo. Escribe nuestra mente palabras imaginarias que el boli se encarga de pasar a papel. ¿Qué estaba pensando?......

    Una idea... no, eran dos. En realidad es un enredo. Bueno, pues sino puedo escribir dibujo. ¿Qué dibujo? Un brújula. ¿Qué le falta? El SUR. ¿Por qué el sur? Porque el norte está muy visto. Porque no soy tan simple. Porque todo se complica más de la cuenta. Busco en mi imaginación pensando dónde está, qué he hecho con él, qué posición tenía y cómo se dibujaba. No lo encuentro. Me he olvidado. Bueno, en realidad no. ¿O si?

    La hoja ya no es blanca. Se está volviendo negra. Cuanto más me confundo más errores se acumulan en ella. No encuentro un espacio lo suficientemente blanco como para empezar de nuevo a hacer las cosas bien. Bueno, espera... No había encontrado un boli... por lo tanto, ¿con qué he escrito? ¿Cómo he conseguido cometer tantos fallos con una tinta que no tengo? Todo da vueltas de forma difusa, sin sentido, de forma oscura, fría....

    Me pierdo entre los pensamientos de las paredes de mi habitación mientras me gritan que las cosas tiene que cambiar.


     
    Princess_of_Hell

    miércoles, 14 de diciembre de 2011

    ¿La Ves?



    - Mira allí al cielo, ¿la ves?

    - ¿El qué?- preguntó.

    - La estrella.

    - No, no la veo. - dijo un poco desconcertada.

    - Que sí, tú mira bien.

    - ¿Cómo narices quieres que vea una estrella con el cielo repleto de nubes y a plena luz del día?

    - Quita las nubes, visualiza la estrella que se esconde más allá de la luz.... Encuentrala y observa como brilla, y entonces, quitándote todos los complejos, te darás cuenta de que tú brillas mucho más que ella.

    Princess_of_Hell

    lunes, 12 de diciembre de 2011

    Gritar a las Estrellas

    Dibujo una sonrisa, una buena cara, un moderado tono de voz y un aura de tranquilidad que se ven destrozados nada más dobla la esquina camino de la renfe.

    Sin avisar las lágrimas acuden a mis ojos, pero no las dejo escapar. Respiro hondo y me encamino hacia mi bus. El horario me indica que tengo que esperar 15 minutos, pero no pasa nada. Saco el último cigarrillo que me queda. Teníamos un trato… pero ya me da igual. Las cosas están para romperse. Se rompen los tratos, las promesas, los silencios, las ilusiones, los corazones… parece que el mundo está destinado a romperse en mil pedazos sin prisa. Parece que disfruta con el sufrimiento ajeno. Desvío mis cavilaciones a cualquier otra cosa. Odio cuando me da por filosofear de forma catastrófica mientras fumo. Me centro en ese sabor ya familiar, en las personas que pasan  por delante de mí haciéndome sentir invisible, y en el frío que reina en el ambiente. Le mando al vampiro un mensaje intentado retrasar el momento de encerarme en mí misma… y al final concluyo que el frío es lo único bueno de mi alrededor. Subo al bus cuando abren las puertas y temiendo lo peor, me escondo en la esquina de la última fila. Saco el móvil, los cascos y subo el volumen hasta que todo desaparece y solo queda la música. Me siento triste. Las lágrimas vuelven a amenazar con su parición como ya había previsto, pero me digo a mí misma que los vampiros no lloran. Que no es nada apocalíptico. Que no es el fin del mundo. Que no era ninguna sorpresa y sobre todo me intento convencer de que estoy mejor sola. Mientras las calles pasan frente a mí, decido cerrar los ojos y centrarme solo en la canción. Esa que se repite de forma contínua. Esa que consigue expresar lo que siento.
    Aparecen ante mí miles de nubes grises y amenazantes. A mis pies un precipicio sin final aparente. El viento enreda mi pelo con la rabia que yo siento y que no soy capaz de expresar. Miro curiosa y me pregunto qué pasaría si saltase. La canción no deja de pedirte que me digas miles de cosas que nunca existieron haciendo que la desesperación se haga hasta tangible. Me entran ganas de gritar. Ganas de gritar tan fuerte, y de forma tan prolongada que podría conseguir que las estrellas se estremeciesen de incomodidad.
    La canción se detiene de golpe dejando entrar una llamada y me sorprendo con un grito ahogado en mi garganta suplicando salir. Mientras descuelgo decido que no merece la pena gastar energías en algo tan estúpido que solo dejaría en evidencia aquello que me niego a aceptar. Es el vampiro. Casi sonrío cuando escucho su voz… pero solo casi. Sabiendo que hoy será imposible evitar que me encierre en mi burbuja negra e impenetrable, consigo quedar con él al día siguiente. Sé que necesitaré alguien que consiga distraerme después de un día a su lado tan similar y a las vez tan diferente al resto. Cuando la música vuelve a envolverme… entonces... ahora sí que no puedo evitar pensar en él, en lo que estará haciendo, en lo que pensará… y ya, sin poder evitarlo, las lágrimas se escapan rebeldes recorriendo mis mejillas. De algo sí estoy contenta, y es de haber mantenido la calma y la tranquilidad esa hora interminable y de haber dicho por una vez, lo que mi yo sensata pensaba sin dejar interferir a nadie más. No es que haya mentido, para nada, pero claramente la sensatez no incluye todos los aspectos importantes de algo… pero sí los necesarios. Entonces, mientras me limpio las lágrimas con la decisión de que no vuelvan a parecer, me descubro pensando que cuando quieres a una persona, por poco que sea… acabas haciendo lo que sea con tal de verla feliz. Nadie ha dado al botón y me distraigo viendo las caras de desconcierto que ponen esas personas irresponsables. Me bajo en la siguiente parada. Estoy empezando a perder el control sobre mí misma. Empiezo a andar más deprisa de lo normal mientras pienso incoherencias tan destructivas como siempre. Si tengo frío y tengo hambre, ya tendría motivos suficientes para no pensar en los sentimientos. ¿Por qué todo se reducía a eso? ¿Por qué siempre me acaba maltratando a mi misma a base de tabaco y la abstinencia de comida? Me encojo de hombros como si estuviese hablando con alguien imaginario. Tengo todavía más ganas de llorar que antes, pero tomo la decisión de que no lo haré. Al menos literalmente. Decido que es mejor escribir. Prefiero que cada palabra de este texto sea una lágrima imaginaria que me ayuda a seguir con la máscara puesta. Según llego a mi casa, vuelvo a construir  una sonrisa, una buena cara, un moderado tono de voz y un aura de tranquilidad. Y con esa careta dictamino que viviré todos los días durante las clases hasta que se convierta en algo tan natural como respirar.
    ¿Qué narices me pasa? ¿Cuándo fue el momento exacto en el que perdí el norte? Ojala ese precipicio existiese de verdad. Ojala pudiese saltar. Pero  no. Como siempre… me acabo ahogando en mi propia imperfección.
    Y mientras tanto… la canción sigue aislándome del mundo y encerrándome en el mío.


    Princess_of_Hell

    sábado, 10 de diciembre de 2011

    Hasta que desaparezca el Oxígeno

    A veces no nos damos cuenta de cuánto nos importa una persona hasta que  no nos sorprendemos a nosotros mismos derramando algunas lágrimas por ella.
    Una noche más acumulada sin dormir, atrapada en un limbo extraño entre los sueños y la realidad, descansada y agotada a la vez, amaneciendo encogida, como protegiéndose de algo, abrazada a sí misma y con una ligera molestia en el pecho. Nada nuevo. Nada sorprendente. Un día más que amanece gris acompañando a su estado de ánimo. Un día más en el que se hace visible el hueco oscuro y vacio que anida en su pecho de forma continua.
    “¿Alguna diferencia?” Se pregunta a sí misma mirando a las nubes.
    Si.
    La diferencia existe en ese pequeño punto de equilibrio en el que medimos la importancia que le damos a las cosas. En esa fina y casi invisible línea que delimita el punto exacto en el que todo te comienza a dar igual. Esa línea que había cruzado sin ser demasiado consciente de ello.
    Intenta respirar hondo sin que le duela y pide un deseo. Pide tener alas que le permitan alejarse de los monstruos que se empeñan en no darla más de una semana de paz, que le permitan dirigirse hasta las nubes que tapan el sol y la luna, que le permitan tocarlas, atravesarlas y seguir subiendo perdiéndose en la nada y el vacío del cielo azul hasta que llegue un punto en el que también desaparezca el aire para respirar.

    Contéstame a una cosa. Si tienes todas esas “pesadillas” desde el principio… ¿qué harás cuando pase el tiempo y el daño sea irreparable? Hay cosas que mi pequeña y desequilibrada mente es incapaz de comprender.

    Princess_of_Hell

    jueves, 8 de diciembre de 2011

    Enfermizo

    Enfermizo. Es enfermizo. Se cuela y no sabes cómo. Te mata poco a poco sin que te des cuenta. Te acostumbras y cuando quieres rectificar es demasiado tarde.

    Te ahoga. Te oprime. Te daña. Te maltrata. Te desquicia. Te ata. Te……..

    Me ahogas. Me oprimes. Me dañas. Me maltratas. Me desquicias. Me atas. Me……

    Roza lo imposible, la locura, la enfermedad… el límite entre la pérdida del sentido y la razón. Luchan la cabeza y el corazón.

    Pínchame... Dame tu dosis de veneno diaria para seguir sumiendome en esa realidad imaginaria.

    Princess_of_Hell

    jueves, 1 de diciembre de 2011

    Tú como Plato Principal

    -          Cariño, ¿tienes hambre? – me pregunta cuando se acaba la película que estábamos viendo en Antena3

    Miro el reloj. Son las doce y no hemos tomado nada desde la comida, pero allí, abrazada a él, me doy cuenta de que en cierto modo sí tengo hambre.

    -          Sí. Más o menos.

    Me sonríe, se levanta y desaparece en la cocina dejándome sola, abandonada en el salón. No me ha dejado termina la frase. Tengo hambre, cada vez más, pero no precisamente de comida. Me levanto y voy a buscarle. Está sacando un par de latas de atún, la mayonesa, el queso y no sé que más cosas incompatibles entre sí. Mientras tanto, hay algo en el microondas. Me pregunto qué será. Me doy cuenta de que está preparando una bandeja y en ella hay un paquete de galletas y el bote de Paladín. Chocolate… mi imaginación, como siempre tan oportuna, comienza a funcionar.

    -          ¿Desde cuándo es de buena educación abandonar a una dama?
    -          Desde que dicha dama quiere comer.
    -          Pero yo no te he dicho que es lo que quiero comer. – protesto.

    Se da la vuelta. Me mira y pregunta.

    -          ¿No te apetece chocolate? Lo siento, ¿qué quieres?

    Me acerco más a él.

    -          No sé, estoy un poco indecisa… ¿Tú estas en el menú?

    Al principio me mira sorprendido, pero en seguida sus ojos se iluminan ante la insinuación.

    -          Puede que como segundo plato.
    -          Jooo… pero es que yo te quiero como plato único y principal. – digo apenándome con voz de niña pequeña.
    -          Ya querida, pero es que en ese caso echarías a perder la leche.
    -          ¡Tú no te preocupes por eso! El chocolate claramente va incluido en el plato principal.

    Pone una expresión extraña, pero al final me acaba sonriendo.

    -          ¿Me estas diciendo que no puedo preparar la cena porque yo formo parte de ella?
    -          Qué inteligente eres cuando quieres. Del chocolate me encargo yo, así que – pongo voz de niña pequeña de nuevo - ¿me esperas en la cama?
    -          Solo si me prometes que vas a tardar poco.
    -          Prometido

    Me pongo de puntillas para poder darle un beso, pero antes de correr el peligro de olvidarme de mi “plan”, me retiro. Suena el microondas. Cojo una cuchara, el vaso de leche y lo empiezo a llenar de polvos de cacao. Unos minutos después, satisfecha con el resultado, voy a la habitación dando pequeños saltitos de emoción. Ahí está. Tumbado en la cama. Y es solo mío.
    Dejo el vaso en la mesilla.

    -          ¿Qué haces todavía con la camisa puesta? – le regaño.
    -          Esperar a que me la quites tú. – dice con una sonrisa pícara.

    Y eso hago. Le desabrocho lentamente cada botón, sin prisa, alargando los segundos. Le quito la camisa y le empujo para que se tumbe. Él, inconformista como siempre, mete las manos bajo mi camiseta y me ayuda a quitármela. Solo tenemos los vaqueros, pero por ahora no me molestan. Hay tiempo para poder quitarlos más tarde.
    Me mancho el dedo de chocolate y comienzo a dibujar, a trazar, algunas letras en su pecho. Cuando termino observo la palabra.

    -          Te Amo – lee él

    Nos miramos a los ojos y nos hacemos promesas silenciosas.

    Sí… Tengo hambre. Demasiada. Va a ser una noche muy larga y… muy dulce.


    Princess_of_Hell
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