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    Fantasmas Del Ático

    martes, 21 de diciembre de 2010

    ¿Sólo un sueño? (Segunda parte)


    Sin ser consciente del tiempo, en un periodo que se me hizo eterno, acabe en medio de la fiesta felicitando a la cumpleañera. A mi alrededor se desplegaban un sinfín de colores repartidos en globos, lazos, guirnaldas… para mi gusto estaba todo sobrecargado de adornos. No solo la casa, sino también todas las personas que había en ella. Nunca había visto a tanta gente junta con tan poca ropa en una estación que no fuese verano. Eché una mirada más detallada para comprobar a cuantas personas conocía cuando…
    -         Ellie, ¿qué te pasa? Te has puesto rígida de repente.
    Sólo fui capaz de levantar mi brazo, que de pronto pesaba muchísimo, y señalar a una pareja que se encontraba al extremo de la habitación besándose.
    El chico era considerablemente más alto que la chica que estaba abrazada a él como si su vida dependiese de ello. Gracias a Dios llevaba una falda, más parecida a un cinturón, y un biquini. ¿Quién podía vestir así en pleno diciembre? Tamara. No podía ser otra. Poco a poco fui sintiendo mi cuerpo más ligero, tirando de mí hacia esa dirección, y una determinación increíble que me ayudo a decirles un par de cosas a esos dos personajes. En cuatro pasos ya estaba delante de ellos preguntando:
    -         Siento interrumpir, pero me preguntaba si os lo estáis pasando bien.
    Mi voz sonó peligrosamente calmada. Eliot aparto bruscamente a Tamara y ella se recompuso como pudo.
    -         ¿Qué haces aquí?
    -         No sé cariño. Es que me aburría en casa sola y me pareció adecuado pasarme por aquí.
    -         Podrías haberme avisado.
    -         Hace tres minutos a lo mejor tendrías derecho a decirme eso, pero ahora, está totalmente fuera de lugar. Creía que vendrías con tus amigos.
    -         Yo…
    Le mire a los ojos y no vi ni un atisbo  de arrepentimiento en ellos. Intento acercarse.
    -         No me toques.
    -         No te enfades, que tampoco es para tanto.
    -         Supongo que eso lo dirás porque no eres lo suficientemente inteligente como para pensar en qué sentirías en una situación parecida.
    Me di la vuelta para marcharme y me sorprendí al ver que todo el mundo nos miraba. Intentando ignorar a todos esos ojos curiosos, me dirigí hacia la puerta cogiendo una botella de Absenta por el camino.
    Una hora después estaba sola en un parque, en medio de nada, mirando a la botella como si fuese la culpable de todo. El número 70 destacaba junto al nombre y me invitaba a probarlo. Sin pensar demasiado lo que hacía, usando el tapón como vaso, lo llene de ese líquido transparente y me lo bebí. Casi automáticamente estaba sintiendo que me ahogaba mientras me ardía la garganta. Después de unos segundos, todo pasó tan rápido que creía que no había pasado. Me sorprendió encontrarme feliz. Me sentía fatal, pero el hecho de estar unos segundos luchando por respirar, hacía que la sensación que te quedaba cuando todo acababa hiciese que me sintiese bien. Asique poco a poco, la botella se fue vaciado en mis manos. Hubo un momento en el que todo a mi alrededor comenzó a dar a vueltas y parecía que estaba en medio de un parque de atracciones. Me reía de vez en cuando sin ser demasiado consciente de ello. Parecía que a cada trago había superado una prueba, una aventura, una hazaña como las que hacía Don Quijote.
    De pronto, toda la jovialidad la sustituí por cansancio. Todo lo que hacía segundos parecía maravilloso, se volvió borroso, inexacto, incierto. No fui realmente consciente de lo que me rodeaba, de cómo la botella resbalaba por mi mano porque no tenía la fuerza suficiente para sujetarla, como llegaba al suelo, el ruido que hizo al romperse. Todo sonaba demasiado lejano, ajeno… sin ser capaz de mantenerme derecha un poco más, el banco en el que me encontraba sentada comenzó a estar más y más cerca hasta que todo se volvió negro.

    Princess_of_Hell

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